San Ignacio Miní. Una visita obligada

Las ruinas de San Ignacio Miní fueron testigo de la misión emprendida por un grupo de jesuitas en América del Sur en el siglo XVII. ¿Te gustaría conocer este enclave dominado por el misterio, la leyenda y el misticismo? Descúbrelo en nuestro blog de Argentina.

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San Ignacio Miní
admin
viernes, 28 julio, 2023
San Ignacio Miní

Ruinas de San Ignacio Miní. La misión jesuítica guaraní

San Ignacio Miní es una de las más de treinta misiones emprendidas por los jesuitas durante el siglo XVII en el territorio que hoy es frontera entre los estados de Argentina, Paraguay y Brasil.

Muchas de las más antiguas ruinas de las misiones jesuitas se ubican en este momento en el enclave argentino de Misiones, denominación recibida por el considerable porcentaje de evangelizaciones que tenían lugar en esta zona como Candelaria, Loreto, Santa Ana, Santa María y San Ignacio Miní. Esta última se podría considerar como la que concentra las ruinas mejor conservadas de todos los enclaves antes citados.

Únicamente hemos de contemplar los detalles artísticos y escultóricos que lo dominan para darnos cuenta de que nos encontramos ante un símbolo del estilo barroco bautizado con el nombre de guaraní. El edificio principal de la misión se encuentra representada por la monumental iglesia que fue diseñada por el jesuita italiano Giuseppe Brasanelli. Con unas dimensiones de más de 74 metros de largo y 24 metros de ancho, este templo sagrado cuenta con unas paredes de piedra arenisca roja de unos dos metros de espesor y baldosas cerámicas.

En el año 1984, San Ignacio Miní, junto con otras misiones como la de Santa Ana, Nuestra Señora de Loreto y Santa María Mayor se añadieron a los lugares que fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Historia de la Misión de San Ignacio

Las misiones más trascendentales de los jesuitas en Sudamérica fueron las populares reducciones guaraníes, las cuales dieron origen al mito del Estado o República jesuita, que con el paso del tiempo resultaría aciago para el futuro de la Compañía.

A pesar de que los jesuitas fundaron misiones en México, Ecuador, California, cerca del Lago Titicaca, lo cierto es que los establecimientos más reconocidos fueron los guaraníes que se extendieron por un vasto territorio que abarcaba las regiones de Paraguay, Uruguay, Bolivia, Argentina y Brasil.

Los indios que habitaban estas zonas eran sedentarios, cuya principal actividad era la agricultura y podían ser reducidas a encomiendas o esclavizados por los bandeirantes, es decir, bandas de mestizos brasileños y protugueses de Sao Paulo, armados que se dedicaban a capturar esclavos. La Compañía se instaló en esta zona hacia 1550-1551, siendo el padre Manuel de Lobrega quien inició la evangelización.

A pesar de que Carlos V fue reticente a conceder permiso a los jesuitas para ir a América, lo mismo que su hijo Felipe II, lo cierto es que a partir del año 1565 aparecieron las primeras reducciones de manera oficial.

San Ignacio Miní

Más concretamente en Misiones, esa estrecha zona argentina situada entre Paraguay y Brasil, se encuentra San Ignacio Miní. En estas ruinas todavía se puede apreciar la plaza de unos cien metros cuadrados cubierta de hierba y flanqueada en sus costados por unos treinta bloques paralelos de edificios de piedra.

Hacia el año 1610 se funda San Ignacio Miní y San Loreto. Los encargados de tal hazaña fueron los padres José Cataldino y Simón Masseta. Ante los ataques producidos por los bandeirantes paulistas que buscan a los guaraníes para esclavizarlos en el año 1631, el padre Antonio Ruiz de Montoya emprenderá un éxodo para salvar a los supervivientes.

Después de emprender un costoso viaje, los peregrinos se instalarán en los márgenes del Yababirí, afluente del Paraná, que es actual provincia de Misiones en Argentina. Por las deficientes condiciones del lugar en el que se encuentran, deciden buscar una nueva ubicación, donde hoy se encuentran localizadas las ruinas de San Ignacio de Miní.

Posteriormente, en 1724 la Iglesia que ocupa el epicentro de este lugar ya se encuentra en un avanzado estado, pero en 1767 Carlos III expulsará a la Compañía de Jesús de España y sus dominios, expulsión que se hará efectiva en el Río de la Plata. Con esta orden, los jesuitas serán apresados y deportados.

¿Qué ver en las ruinas de San Ignacio Miní?

Nos encontramos ante la mejor conservada de las misiones jesuitas efectuados en el siglo XVI y XVII en dominios argentinos. Alrededor de una plaza central se distribuyen la Iglesia, la Casa de los Padres, el cementerio, las viviendas y el cabildo.

En la construcción de San Ignacio se empleó la piedra local, el asperón roja, en grandes piezas. Uno de los aspectos que más llama la atención es la entrada a la iglesia, de la que solo quedan en pie las estructuras de piedra, dado que las de madera se quemaron tras sufrir un incendio. La puerta principal se encuentra flanqueada por dos imponentes ángeles que la custodian. El ser alado de la izquierda presenta rasgos de indio guaraní portando hierba y un hacha, mientras que el de la derecha presenta rasgos europeos, portando una antorcha y una bandera.

San Ignacio Miní

La planta urbana de la misión se organiza alrededor de la plaza y estaba presidida por el conjunto que integra el cabildo y el templo mayor, con baptisterio y sacristía. Muy cerca de este edificio sagrado se ubica la Casa de los Padres, la escuela, el refectorio, el patio de los talleres y depósitos y, en el otro extremo, el cementerio y la huerta.

El templo mayor, constituido por tres naves fuer erigido por tres naves con piedras de asperón rojo de la zona. La cubierta era de tejas a dos aguas, sostenida por estructura de madera. Lo que destacaba del templo eran diseños en piedra labrada ubicados en el portal de entrada, la sacristía y el que conectaba el templo con la escuela. Las ruinas de San Ignacio albergan hoy un museo sobre la historia de la misión y el de los indios guaraníes.

¿Qué os parece a vosotros San Ignacio Miní?, ¿lo habéis visitado alguna vez?, ¿cómo fue vuestra experiencia?

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