Para arribar a destino se puede hacer por la muy famosa Ruta 40. La cueva fue declarada en el año 1900 como reserva Provincial Natural, cuyo objetivo principal es proteger y regular las diferentes actividades relacionadas con el turismo que se llevan a cabo en su interior.
Son muchas las historias que se han generado en torno a esta cueva, las cuales aún atraen mucho más a los turistas. Una de las principales leyendas cuenta que los nativos pehuenches solían usar sus salas para realizar danzas y rituales en su interior. En su seno encendían grandes fogatas y las sombras que se proyectaban en las paredes tenía aspectos fantasmagóricos, como si fueran creados por brujas, de ahí su nombre.
Otra de las versiones acerca del nombre es que existían dos mujeres que habían sido cautivadas por una tribu de la zona o por un grupo encargado de la trata de blancas que habían logrado escapar cuando eran trasladadas a Chile. Las mujeres lograron refugiarse en estas cuevas. Tenían los pies lastimados y los gritos de dolor se escuchaban desde el interior de la cueva asustando a los contrabandistas que usaban este lugar para descansar. Estos hombres hicieron correr la voz de que en la cueva vivían brujas.
En el interior de la Cuevas de las Brujas se podían ver diferentes formas rocosas que se disfrutan en los 5 mil metros de sus galerías, muchas de ellas a las que no se tiene acceso.
Para ingresar se debe ir acompañado de un guía, y usar la protección necesaria, como casco de seguridad y linternas frontales.
Al ingresar se debe caminar por pasadizos y zonas oscuras. Uno de los principales sitios en el interior es la conocida como Sala de la Virgen, que cuenta con una estalagmita que posee la forma de la madre de Jesús.
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